martes, 30 de diciembre de 2008

Releído: Ficciones (Jorge Luis Borges)

¿Qué oculta convicción, cuál feraz (palabra borgiana si las hay) desengaño, qué triste monotonía..? ¿Por qué vuelvo una y otra vez a leer los mismos libros de JLB? Una causa indudable es la fragilidad de mi memoria; siempre encuentro pasajes que descreo haber leído alguna vez. Otra es el foco de la percepción: siempre descubro nuevos mensajes que estuvieron ocultos en lecturas anteriores. Lo único que no cambia es la rutinaria sorpresa (la paradoja es intencional) que me provoca su Literatura. Habiendo leído a tantos que endiosan la forma y otros a quienes sólo importa el contenido, es puro placer releer a quien entroniza ambos.
Esta vez me choqué frontalmente con "las ruinas circulares" y "Sur". ¿Saben qué siento en esos cuentos?: que no estoy leyendo, sino que estoy teniendo un proceso mental de simbiosis con otro ser humano. O que estoy viendo el sueño de alguien mas, como el personaje de las ruinas. O que alguien me está escribiendo en la mente.
No sé. Tal vez estoy un poco loco, pero no me importa, disfruté libidinosamente cada hoja.
Tal vez lo relea alguna vez, una vez más.

Sigfrido Quiróz
(Artículo mencionado en el diario La Nación)
https://www.lanacion.com.ar/tecnologia/recuerdos-del-pasado-imperecederos-nid1092460

La sombra

A mi madre.

yo no sé
adónde habitará tu palabra
qué gruta oculta cobijará mi grito

apenas esa sombra
pequeña y taciturna
es la amiga de mis pasos
la que me mira
la que me espía
y conoce mis reversos

debe llorar
por la seda y los fantasmas
que separaron tus ojos
de mis ojos

debe llorar
ella
porque yo no tengo más lágrimas



Sigfrido Quiróz

domingo, 21 de diciembre de 2008

Contornos


La rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
Alejandra Pizarnik


yo no hablo
yo no escribo
porque tenga algo que decir
apenas busco los contornos

el ciego que me habita
explora un mundo extraño
no sabe, no puede saber
qué son las cosas

habito vacíos, espaciosas nadas

todos los sentidos
están resumidos en mis dedos
solo creo
lo que ellos tocan:
el límite de la realidad

esto y aquello
fulano y mengano
el camino que va
del pensamiento hasta las cosas
y algo en mí
que escribe deshabitado de casi todo

sé de unas pocas esquinas
y algún lugar en Buenos Aires
adonde arrodillar el dolor
-cosas sencillas-
sin las pretensiones
que me impongo a diario

y conozco también
esa certeza en el estómago
de no saber
de no poder     tocar ni el borde
del propio fin


Sigfrido Quiróz Tognola
(Foto del autor)



viernes, 5 de diciembre de 2008

Los pasos tras el tiempo



Siempre lo dije: la mejor manera para que no te persigan es ser el cazador; es una buena forma de vida. Eso de estar siempre huyendo de la muerte, de la vejez, de la pobreza, del estrés, de la mediocridad, de la superficialidad, de las multitudes, de la soledad, etc., etc., etc. es absolutamente agobiante. Lo mejor es ir "por todo", sin demasiados grises (nótese el "demasiados"). Claro, esa pequeña objeción deja lugar a aquello que uno no puede manejar y su tamaño depende de elementos azarosos que se nos cruzan. Puede ser algo tan simple como cruzar una calle preocupados por algo importante y no mirar o algo tan complejo como ganar un premio de la lotería. Pero el principio persiste: simplemente VIVE. No lo digo como un profeta iluminado, sino mas bien como un apóstata de la depresión. He malgastado años y años de mi vida evitando y preparándome para evitar cosas, para descubrir, sorpresivamente, que no evitaba nada y que la vida seguia su decurso... sin mí. La religión me decía (ella decía y yo oía) "pule tus defectos" (bah, los llamaba pecados) hasta que la vida me dijo "disfruta tus virtudes" y ahí comenzó mi cambio. Repentinamente el espejo dejó de reflejar a otra persona para reflejarme a mí. Estaba algo canoso y panzón, es cierto... pero me gustaba lo que veía! Y por la virtud de este espejo renovado fui haciendo imperceptibles cambios. Imperceptibles y constantes cambios. Ahora no voy adonde no quiero. Ahora no hablo con quien no quiero. Ahora me detengo y observo, me detengo y escucho, simplemente me detengo.
Ahora valoro a las personas a pesar de sus defectos y espero que ellas hagan lo mismo conmigo, aunque no espero demasiado.
Ahora vivo cada minuto y no me importa qué hay después del último ¿No es algo lo suficientemente maravilloso este minuto?
Sigo teniendo sombras, porque hay cosas que no se resuelven, pero no me desespero. Hasta pienso que esa sombra existe para que me dé cuenta que hay un sol... y yo haciendo sombra.
Por eso digo, es buena la vida de cazador.

Sigfrido Quiróz
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