viernes, 3 de abril de 2009

Elogio de la incoherencia


Recuerdo que cuando era niño en el colegio nos machacaban con los próceres y su carácter: siempre fueron incorruptibles, siempre fueron inteligentes, siempre fueron honestos, nunca se equivocaron, excepto unos pocos que eran señalados perspicazmente. ¡Ah! Y eran todos de lo más machitos, nada de mariconadas ni dudas.
Uno crece con eso y cualquier inconveniente que se presenta en la vida no es mas que un obstáculo a vencer, algo que a uno lo hace crecer y ser "mejor" (como los próceres).


Uno se casa, tiene hijos, tiene un trabajo estable, una casa, un auto, una familia. Uno se va de vacaciones, tiene que pagar cuentas e impuestos. Los padres de uno lo visitan un poco por afecto y otro poco por supervisar el "normal" funcionamiento de la familia. (Prueben alterar ligeramente el orden a ver si no reciben el apercibimiento).

Uno se cansa.

De repente (dicen los sicólogos que no tan "de repente") se descubre que el mundo seguro que uno construye no es tan seguro ni es tan mundo. Apenas una islita, y volcánica encima... y con el volcán erupcionando encima. Claro, uno se empieza a dar cuenta que somos todos islitas y que no es tan fácil ir en bote a la islita de otros. No es que a uno le guste el turismo, sino que la lava le empieza a quemar los los cuartos traseros y la islita de al lado siempre parece más fresca y verde.

Uno se da cuenta que está solo.

Y comienzan las crisis, que "para algo están" pero yo prefiriría que no, que no estuvieran ni para algo. Uno se replantea la carrera, el matrimonio, la religión, el trabajo. Se replantea todo y ni sé bien para qué. Parecemos un poco chirolitas del destino, manejados por hilos invisibles (que con los años se vuelven re-visibles) y lo peor es que uno busca consuelos filosóficos. "Es que en realidad todo esto no es lo que yo quería, parece que estoy mal, pero en realidad estoy mucho mejor que antes, porque ése no era yo. Yo no era eh. No era yo. Era otro, no yo, No era, no era, no era." un eco extraño, un mantra interior, logra convencernos de que estamos en lo mejor de nuestra vida, en el Aconcagua de la realizacion, en el Everest de la plenitud.

Entonces llega la hora de dormir.

¡También! A qué dios, a cual azarosa selección natural se le ocurrió que uno tenía que estar despierto justo antes de dormirse... ¡y pensando! Maldigo a Darwin porque no me animaría a hacerlo con dios, uno nunca sabe (De paso, a los creacionistas, les acabo de encontrar un interesante uso para el descubridor de la evolución: objeto de maldiciones; que siempre es bueno tener a mano un destinatario de odio) ¿En qué estaba? Ah, si. Esos minutos antes de dormirse suelen ser la fuente de casi todos los problemas del ser humano. Eso que llaman "super yo" y que yo llamo "los encarajinados mamá, papá... y los próceres" tiene su minuto de gloria diaria haciéndonos sentir de lo peor. Claro, ellos nunca dudaron: siempre estuvieron en el mismo renglón del libro de historia, los próceres digo; los padres sí dudaron, pero siempre lo negaron y lo siguen haciendo (¿Nunca probaron recordarles alguna cosa mala? es muy probable que reciban por respuesta "¡Pero si yo nunca hice/dije eso! Este chico, siempre inventando cosas!" y uno queda como un salame delante de los propios hijos que, de paso, graban en el disco duro el esquemita que repetirán).

Y uno se levanta mal dormido.

No hay forma de tener un buen día si uno tuvo una mala noche. Es más, he hecho un descubrimiento trascendental: si uno tiene muchas malas noches, tiene muchos malos dias y la suma de muchos malos dias, hace una mala época. ¿Do you understand? ¿Cazaron? ¿Lo tienen?:
No hay malas épocas, lo que hay son muchas noches mal dormidas. Entonces, más allá de crisis y desestabilizaciones, de "idishe mames" y mandatos...

El secreto está en dormir bien.

Por eso he dormido bien antes de escribir esta nota. Claro que por alguna extraña razón ahora que la releo parece escrita por el endemoniado Gadareno, con todos sus demonios y los cerdos mientras se despeñaban hacia el mar. Debo decir, para sorpresa de ustedes, que a mi no me sorprende para nada. La coherencia es una casualidad, un error en el cosmos, un celular con buena señal... En fin, algo extraño y exótico y yo, que no pretendo romper leyes impuestas por la costumbre, que soy un revolucionario pero de lo más convencionalista, sigo siendo incoherente. Que a nadie se le ocurra pensar que es un buen método para disimular mi medianía ¡Que va, si jamás se me ha ocurrido eso!

Y que nadie diga nunca que tengo algo para decir.

He dicho.



Sigfrido Quiróz


1 comentario:

Alhucema dijo...

Dijiste bien, Sigfrid, dijiste bien.

Ya se sabe, estamos en un "valle de lágrimas" y para dormir bien sólo nos aconsejan contar ovejas, o comprarnos un buen colchón de ciertas marcas. Si "pensamos" y "reflexionamos" es nuestro problema...
Bueno, en realidad, tú piensa en que cuando nacimos no trajimos nada y que cuando nos muramos también nos iremos sin nada, eso, al menos a mí, ya me quita un buen montón de preocupaciones...y duermo algo mejor (sólo algo,jeje)
Un abrazo,
Inma

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