jueves, 30 de abril de 2009

Fuga de campo adentro

Escuchando una fuga de Bach, se me ocurrió.... ¿Por qué no podría ser telúrica? ¿Y por qué no podría ser poesía?  Acá va el intento, modesto por cierto.




Fuga de campo adentro

(Para guitarra y penas)


No se crean que canto por el gusto, 
¡Si me duele bien adentro cuando canto!
Es que llevo un llanto bien adentro
y parece que río, pero es llanto.

Las cuerdas se me mezclan con las penas,
y el llanto con la risa se me mezcla,
y es un llanto aunque parezca risa, 
y es risa aunque llanto se parezca.

No se crean que canto por el gusto,
¡Si me duele bien adentro cuando canto!

Y si canto aliviando mis pesares
a algún otro mi canto va aliviando
Si de otro llorando voy su canto
son mis penas que se van llorando

Las cuerdas se me mezclan con las penas,
¡Si me duele bien adentro cuando canto!



Nunca supe
si mi canto
es mi grito
o tu llanto

Mis entrañas
se retuercen
y tus ojos
se envejecen

Caminito
de tu casa
mis pisadas
se adelgazan

Tu mirada
se imagina
cuando doblo 
esa esquina

Tu ventana:
azucenas
y mi reja:
sólo penas

Tus ojitos
se me escapan
tu sonrisa
te delata

Niña hermosa
de mis sueños
sólo quiero
ser tu dueño



No se crean que escribo por el gusto
es de sangre mi palabra cuando escribo
son mi único destino las palabras
y es la sangre, derramada, mi destino.

¡Que se creen que canto, pero es llanto
y la herida es palabra, cuando sangra!


Sigfrido Quiróz

viernes, 3 de abril de 2009

Elogio de la incoherencia


Recuerdo que cuando era niño en el colegio nos machacaban con los próceres y su carácter: siempre fueron incorruptibles, siempre fueron inteligentes, siempre fueron honestos, nunca se equivocaron, excepto unos pocos que eran señalados perspicazmente. ¡Ah! Y eran todos de lo más machitos, nada de mariconadas ni dudas.
Uno crece con eso y cualquier inconveniente que se presenta en la vida no es mas que un obstáculo a vencer, algo que a uno lo hace crecer y ser "mejor" (como los próceres).


Uno se casa, tiene hijos, tiene un trabajo estable, una casa, un auto, una familia. Uno se va de vacaciones, tiene que pagar cuentas e impuestos. Los padres de uno lo visitan un poco por afecto y otro poco por supervisar el "normal" funcionamiento de la familia. (Prueben alterar ligeramente el orden a ver si no reciben el apercibimiento).

Uno se cansa.

De repente (dicen los sicólogos que no tan "de repente") se descubre que el mundo seguro que uno construye no es tan seguro ni es tan mundo. Apenas una islita, y volcánica encima... y con el volcán erupcionando encima. Claro, uno se empieza a dar cuenta que somos todos islitas y que no es tan fácil ir en bote a la islita de otros. No es que a uno le guste el turismo, sino que la lava le empieza a quemar los los cuartos traseros y la islita de al lado siempre parece más fresca y verde.

Uno se da cuenta que está solo.

Y comienzan las crisis, que "para algo están" pero yo prefiriría que no, que no estuvieran ni para algo. Uno se replantea la carrera, el matrimonio, la religión, el trabajo. Se replantea todo y ni sé bien para qué. Parecemos un poco chirolitas del destino, manejados por hilos invisibles (que con los años se vuelven re-visibles) y lo peor es que uno busca consuelos filosóficos. "Es que en realidad todo esto no es lo que yo quería, parece que estoy mal, pero en realidad estoy mucho mejor que antes, porque ése no era yo. Yo no era eh. No era yo. Era otro, no yo, No era, no era, no era." un eco extraño, un mantra interior, logra convencernos de que estamos en lo mejor de nuestra vida, en el Aconcagua de la realizacion, en el Everest de la plenitud.

Entonces llega la hora de dormir.

¡También! A qué dios, a cual azarosa selección natural se le ocurrió que uno tenía que estar despierto justo antes de dormirse... ¡y pensando! Maldigo a Darwin porque no me animaría a hacerlo con dios, uno nunca sabe (De paso, a los creacionistas, les acabo de encontrar un interesante uso para el descubridor de la evolución: objeto de maldiciones; que siempre es bueno tener a mano un destinatario de odio) ¿En qué estaba? Ah, si. Esos minutos antes de dormirse suelen ser la fuente de casi todos los problemas del ser humano. Eso que llaman "super yo" y que yo llamo "los encarajinados mamá, papá... y los próceres" tiene su minuto de gloria diaria haciéndonos sentir de lo peor. Claro, ellos nunca dudaron: siempre estuvieron en el mismo renglón del libro de historia, los próceres digo; los padres sí dudaron, pero siempre lo negaron y lo siguen haciendo (¿Nunca probaron recordarles alguna cosa mala? es muy probable que reciban por respuesta "¡Pero si yo nunca hice/dije eso! Este chico, siempre inventando cosas!" y uno queda como un salame delante de los propios hijos que, de paso, graban en el disco duro el esquemita que repetirán).

Y uno se levanta mal dormido.

No hay forma de tener un buen día si uno tuvo una mala noche. Es más, he hecho un descubrimiento trascendental: si uno tiene muchas malas noches, tiene muchos malos dias y la suma de muchos malos dias, hace una mala época. ¿Do you understand? ¿Cazaron? ¿Lo tienen?:
No hay malas épocas, lo que hay son muchas noches mal dormidas. Entonces, más allá de crisis y desestabilizaciones, de "idishe mames" y mandatos...

El secreto está en dormir bien.

Por eso he dormido bien antes de escribir esta nota. Claro que por alguna extraña razón ahora que la releo parece escrita por el endemoniado Gadareno, con todos sus demonios y los cerdos mientras se despeñaban hacia el mar. Debo decir, para sorpresa de ustedes, que a mi no me sorprende para nada. La coherencia es una casualidad, un error en el cosmos, un celular con buena señal... En fin, algo extraño y exótico y yo, que no pretendo romper leyes impuestas por la costumbre, que soy un revolucionario pero de lo más convencionalista, sigo siendo incoherente. Que a nadie se le ocurra pensar que es un buen método para disimular mi medianía ¡Que va, si jamás se me ha ocurrido eso!

Y que nadie diga nunca que tengo algo para decir.

He dicho.



Sigfrido Quiróz


miércoles, 1 de abril de 2009

In Memorian



Este marzo ha sido algo triste.  Hace unos días recordaba el 24 de marzo de 1976, a mi madre y al golpe.  Y hoy, con poca sorpresa, recuerdo otro dia, 7 años después del anterior.
Fue el día que Raúl Alfonsín asumió la presidencia.  Esa noche, en el obelisco, se reunió una multitud de gente.  Una orquesta tocaba tango, la gente lo bailaba en la calle.  En otra esquina había algunos tocando folclore y gente danzando una zamba.  Yo me uní a un grupo de chicos, creo que eran del PI a cantar no sé qué canción de Alfonsín. ¡Qué importaba! Todos estábamos muy felices y la alegría nos hermanaba.  Toda la gente saludaba y se abrazaba.
Fue un día de alegría intensa.  Sin duda, el día más feliz de la democracia en estos 25 años.

Dias antes había viajado a 300Km de Buenos Aires para votar por primera vez.  Estaba emocionado.  Al bajar esa tarde de la oficina, en la Avda. 9 de Julio, me recibieron una multitud de chicas muy bonitas con boina roja y faldas mínimas.  A diferencia de la vez anterior, no me sentí "arreado", apenas me dieron unos papeles, no recuerdo bien qué decían distraído como estaba.  Se preparaba una marcha que me enteré al dia siguiente congregó muchísima gente: Alfonsín daba su último discurso antes de la elección.  Y también había "algo" en el ambiente.

La dictadura se caía a pedazos y muy sorpresivamente surgía una voz diferente e inesperada. Una voz que hablaba de Constitución, legalidad, derechos humanos y que se oía firme, certera y segura. Era el doctor Raúl Alfonsín, que había ganado la elección interna del radicalismo.  Meses antes todos descontaban el triunfo del peronismo.  No era algo de lo que se podía dudar.  Pero esa voz y esas palabras fueron aire fresco.  Fueron esperanza.
Yo estrené mi voto con él.

Sé que se equivocó en muchas cosas, pero a la distancia sólo recuerdo a un hombre cabal. Alguien que podía caminar por la calle sin verguenza y que no podía malgastar mucho dinero porque sencillamente no lo tenía.  Eso debería ser común, pero no lo es.
Fue valiente y "cojonudo".  Me causan gracia las bravuconadas de hoy hacia los militares, que están viejos y sin poder.  En ese momento había que ser muy hombre para plantárseles como él lo hizo: desde el coraje pero también desde la legalidad.  Esa fue su mayor lección y fue tan intensa que hoy olvido sus desaciertos.
La otra lección fue la paz.  Luego de años de desencuentros con Chile y casi una guerra, él terminó el conflicto del Beagle y comenzó un proceso que terminó con todos los conflictos limítrofes con Chile y que nos colocó como un país "pacífico".  ¡Vaya buen título para un país que había sido una de las potencias ocupantes en la guerra de la Triple Alianza y había apoyado hipócritamente a los nazis en la segunda guerra!
Es fueron lecciones que dió a toda una sociedad, con hechos y la sociedad las escuchó.  Años después, ante un "planteo" militar, la gente le respondió saliendo toda a la calle.  Salieron los padres y los hijos, las madres y las hijas, los abuelos y los nietos.  Todos habiamos aprendido y seguíamos al líder.  Queriamos y queremos paz.  Queriamos y queremos democracia.
Gracias, entre otras cosas y otras personas, a este SEÑOR, don Raul Alfonsín.

Sigfrido Quiróz



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